¿Preguntas?

Un día vi un documental sobre el asedio serbio a Srebrenica (o como sea que se escriba). En un momento dado aparecían imágenes caseras grabadas por un soldado serbio en las que se veía una fila de hombres capturados caminando. Por sus caras se podía saber hacia dónde iban. Habían tratado de defender el enclave con las pocas armas que les quedaban y habían sido vencidos. Todos sabemos qué suele ocurrir hoy día a los derrotados en este tipo de guerras, cada vez más sucias.
El cámara está apostado bajo un árbol. La fila de hombres pasa junto a él, en diagonal, de izquierda a derecha. Al paso de un hombre de unos sesenta años con aspecto de campesino le hace “La pregunta”. ¿Tienes miedo?, le dice. El campesino se encoge de hombros. Cómo contestar a algo tan evidente. Qué se le puede decir a alguien que hace esas preguntas en momentos como ese. El hombre asiente mientras va dejando al soldado atrás. Éste hace una panorámica siguiendo su caminar taciturno hacia su ejecución. Siguen pasando, jóvenes y viejos pero todos con la misma cara , todos tropezándose torpemente, andando con cierta dificultad, como arañando así unos pocos segundos más de existencia.
La filosofía cumple una gran función a la humanidad, la de hacer preguntas. Hacer nuevas preguntas, volver a interrogar viejas cuestiones, volver a pensar lo otro como si fuera la primera vez que se pensase, tratar de decir lo no dicho entonces, lo que quedaba por decir, desvelar el horizonte de nuestra tradición...
Es curioso, casi tres mil años haciéndonos preguntas y, a la hora de la verdad, hay gente que sólo quiere conocer lo evidente, lo más groseramente evidente.
Habrá que seguir haciéndose preguntas, pues.